sábado, 18 de julio de 2015

Economía y política a los seis años

Agustín (6 años): Papá, ¿desde cuándo eres comunista?

Papá: ¿Quién te dijo que yo era comunista?

Agustín: Mi mamá dijo que habías estudiado para ser comunista.

Papá: E-C-O-N-O-M-I-S-T-A, Agustín. ¡No comunista!

Agustín: Ah, es que suenan parecido.

Papá: Sí, pero son cosas distintas. Muchos comunistas no son economistas y más economistas no somos comunistas.

Agustín: ¿Y qué hace un economista?

Papá: Estudiamos cómo utilizar de mejor manera los recursos escasos para hacer a la gente lo más felices posible. ¿Te acuerdas cuando el otro día me pedías ayuda para hacer un dibujo? Bueno, eso implicó resolver un problema económico. Tuvimos que utilizar nuestro tiempo, que es un recurso escaso, conseguir papel y lápices, también recursos, para "producir" lo que tú querías. Y aun cuando no te diste cuenta, esto significó gastar dinero. Pero lo utilizamos de forma correcta, pues para ambos la felicidad de la actividad superó el costo de conseguir esa plata.

Agustín: ¿Y la gente se equivoca cuando resuelve problemas económicos?

Papá: A veces. Lo peor es cuando los errores afectan a otras personas. En Grecia, por ejemplo, por muchos años quienes han dirigido el país han sido muy irresponsables en el manejo de la economía, afectando a millones de personas.

Agustín: ¿Qué hicieron?

Papá: Entre otras cosas, beneficiaron injustificadamente a algunos, generando grandes costos a otros. Fue como si yo te diese muchos dulces ahora, haciéndote engordar, y luego les pidiese a tus hijos que hagan ejercicio para compensar tu gordura. No parece justo sacrificarlos por mi irresponsabilidad, ¿no? ¿Confiarían tus hijos en su abuelo? Cuando futuras generaciones pagan los caprichos de terceros, es una señal de que se resolvió mal un problema económico.

Agustín: Pero los griegos tienen a Zeus.

Papá: Buen punto. Tal como van, solo Zeus podrá ayudarlos.

Agustín: Qué pena por ellos, por suerte Chile está mejor.

Papá: Sí, pero Chile no está libre de problemas. El crecimiento es muy bajito. Esto afecta a mucha gente, incluso a ti.

Agustín: ¿Por qué?

Papá: Crecer poquito implica sacrificar el bienestar de muchas personas. Un país que crece a un 5%, dobla lo que produce cada 15 años. Millones de chilenos, incluyendo tu mamá y yo, se beneficiaron de un crecimiento así. Pero de haber crecido la mitad, con suerte nuestros nietos, tus hijos, hubiesen visto el Chile que tú conoces. Por eso preocupa la posibilidad de que Chile crezca poco por mucho tiempo.

Agustín: ¿Y qué pasó?

Papá: A veces buenas intenciones llevan a malos resultados. El problema es que la economía no es para chacotas ni leseras. La impaciencia no es buena consejera, genera improvisaciones y fomenta desconfianzas.

Agustín: ¡Como Grecia!

Papá: No, no es para tanto. Pero si las cosas no cambian pronto, seguro muchos comenzarán a invocar a Zeus.

La economía no es para chacotas ni leseras. 

 

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