El oro cayó 3,3% ayer y cerró en US$ 1.096,68 la onza. Se trata de su menor valor en cinco años, e incluso hay que remontarse hasta marzo de 2010 para encontrar un desempeño tan bajo. En aquel entonces cotizó a US$ 1.090,5 la onza. El desplome fue de tal magnitud, que el metal barrió con la mitad de la racha alcista lograda en los últimos 12 años.
Más allá del dato puntual, la proyección de la mayoría de los analistas concuerda en que el precio de uno de los mayores instrumentos de refugio para los inversionistas podría caer bajo los US$ 1.000 la onza, dejando atrás la época dorada de 2011, cuando marcó US$ 1.920,30.
Múltiples factores explican esta caída, algunos circunstanciales y otros más estructurales.
China fue una de las responsables del descenso. Es uno de los mayores consumidores de oro en el mundo y ayer registró una venta masiva del orden de 3,3 millones de lotes, en un contrato físico clave en Shanghai.
Asimismo, hay un factor especulativo que está afectando el precio del oro. Cada vez que China tiene "ruidos" económicos, esta fuerza especulativa se agudiza y hace que las caídas de los commodities se magnifiquen.
También está afectando la apreciación del dólar a nivel mundial. La solidez de Estados Unidos y la inminente alza de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) han generado fuerzas apreciativas a la moneda, cuando el dólar se aprecia, el oro es de los primeros commodities en caer, y viceversa.
La caída no ha pasado inadvertida para ningún sector, pero obviamente las minas de oro se han visto más golpeadas. La canadiense Barrick Gold perdió 15,96% en la Bolsa de Toronto y 15,7% en la de Nueva York, su peor valor desde 1989.
Dados sus malos desempeños y los bajos precios del oro, la mayor productora del mundo está ofreciendo activos y recaudando fondos para tratar de reducir sus niveles de deuda, que se ubican por encima de sus pares.
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